Mientras algunas fuentes aseguran que Chile es uno de los países menos corrupto en Latino América, es evidente observar que en nuestro país (y con total hipocresía), la corrupción se da en las altas esferas de poder, y se caracteriza por el tráfico de influencias, el uso de información privilegiada y el lobby (influir en las decisiones a través del acuerdo previo y fuera de los marcos establecidos).
La corrupción entendida como abuso de poder o mala conducta, se encuentra presente tanto en el ámbito público como privado, como se demostró en el conocido caso MOP-Gate, ChileDeportes y a través de la colusión de las Farmacias, que determinaban en conjunto altos precios de medicamentos con el fin de obligar a la población a cancelar un precio injusto por mantener su salud.
Las Fuerzas Armadas chilenas no han quedado fuera y lo hemos observado tras reiteradas acusaciones, investigaciones y resoluciones que lo demuestran; en los ’80 tráfico de armas a Irak, en 1995 envío de armamento a Ecuador para potenciar una posible guerra con Perú, apenas hace unos meses se descubrió la explotación minera ilegal en terrenos de la Escuela de Infantería en el Cerro Chena, y diversos actos de corrupción.
La característica común a todas, supuestas instituciones destinadas a proteger al pueblo, al que terminaron por traicionar y robar a costa de sus ambiciones de dinero. Esto nos muestra que el pueblo debe proteger al pueblo, y mirar siempre con ojo crítico a estas “instituciones” del estado.
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